Disciplina para el niño: más allá del tiempo de castigo
Mientas que algunas investigaciones sugieren que el “tiempo de castigo” es una de las técnicas de disciplina más efectivas que puedes usar, no debe ser la única herramienta que tengas a tu disposición. A medida que los niños crecen, se vuelve menos efectiva. Afortunadamente, hay otras técnicas de disciplina que funcionan muy bien con niños mayores.
Te damos algunos ejemplos:
Atrapa a tu hijo cuando se está portando bien
Refuerza lo positivo
No esperes la perfección
Muéstrale alternativas
Establece objetivos específicos y limitados
Recuerda que la disciplina no es lo mismo que el castigo
Atrapa a tu hijo cuando se está portando bien
Francamente, esto es probablemente lo más eficiente y simple que puedes hacer para mejorar el comportamiento de tu hijo. Sin embargo, muchos padres dedican la mayoría de su tiempo y de su energía concentrándose en los comportamientos que no quieren en sus hijos en lugar de fomentar los que sí quieren.
A los niños les gusta recibir atención extra. Unas palabras de elogio, un abrazo o una palmadita en la espalda puede hacer maravillas en tan solo unos segundos. Felicita a tu hijo cuando utiliza el tenedor en la mesa; no solo te enfades cuando se salpica salsa de espagueti en toda la camiseta.
Muéstrate entusiasta sin exagerar; incluso los niños pequeños pueden darse cuenta cuando no eres sincera. Este tipo de refuerzo positivo es especialmente útil cuando el niño se siente estresado, ya que alivia la tensión en lugar de añadir más. Los gestos no verbales son tan buenos como las palabras. Si tu hija está jugando tranquila, sola, acércate y acaríciale el cabello una o dos veces, si a ella le gusta eso. Al principio, puede detenerse cuando lo haces. Pero después de algunos días, seguirá jugando tranquila mientras disfruta de la atención extra.
Si recompensas el comportamiento adecuado de un niño ( "me encanta cuando dices ‘por favor' y ‘gracias'" ), probablemente lo repita. De hecho, si ignoras el buen comportamiento de un niño, es más probable que la próxima vez actúe incorrectamente porque sabe que así recibirá más atención de tu parte. Así que intenta concentrarse en las cosas buenas, no en las malas.
Refuerza lo positivo
Recuerda que el refuerzo positivo (agregar cosas buenas) tiene más poder que el refuerzo negativo (retirarle cosas buenas) o el castigo (agregar cosas malas). Paradójicamente, las pequeñas recompensas, como un poquito de atención extra o una comida especial, pueden ser más poderosas que las grandes recompensas, como la promesa de una bicicleta. Los niños a menudo dejan de intentar si sienten que no pueden alcanzar la gran recompensa que les han ofrecido.
Presta atención a las palabras que usas cuando felicitas a tu niño en edad preescolar. Por esto, intenta que tus felicitaciones sean específicas y estén enfocadas en los comportamientos, en lugar de ser generales.
Algunos investigadores han descubierto que:
Las felicitaciones específicas
permiten al niño evaluar sus propios logros: "Es una torre alta. Estoy orgulloso".
Las felicitaciones generales
por otro lado, hacen que el niño dependa de que otros evalúen su comportamiento: "¿Sigo siendo inteligente?"
Por esto, intenta que tus felicitaciones sean específicas y estén enfocadas en los comportamientos.
No esperes la perfección
'Es poco realista esperar que un niño tenga un comportamiento perfecto. De hecho, estas expectativas harán que el niño se sienta bajo tanto estrés que se portará mal simplemente para romper esa tensión.
Establece objetivos realistas tanto que tanto tú como tu hijo puedan alcanzarlos. Por ejemplo, no esperes que tu niño en edad preescolar comparta todos sus juguetes cuando un amiguito viene de visita. Acuerda con él separar sus juguetes más preciados antes de que llegue el amiguito. Esto le ayudará a sentirse seguro cuando comparta sus otros juguetes.
Muéstrale alternativas
Muestra a tu hijo algunos comportamientos alternativos a los que quieres que cambie. Por ejemplo, si grita y quieres que se detenga, demuéstrale cómo puede hablar bajito y aún así recibir la atención de las personas. Uno de los motivos por los cuales dar una nalgada a un niño es ineficaz como castigo a largo plazo es que no le enseña el comportamiento que sí debería tener.
Establece objetivos específicos, limitados
Decide qué es lo realmente importante para ti. La seguridad, por supuesto, debería ser tu primera preocupación. Pero ¿cuán importante es la cortesía a esa edad? ¿Y qué hay de la limpieza? ¿La amabilidad? ¿El prestar atención? No intentes concentrarte en demasiadas cosas al mismo tiempo o estarás corrigiendo a tu hijo permanentemente y ambos se sentirán mal. Recuerda que tienes tiempo de sobra para ayudar a tu hijo a manejar las nuevas habilidades sociales.
Digamos que quieres que tu hijo de 4 años se vaya a la cama sin hacer un berrinche. Si defines tus objetivos en términos tan generales y absolutos, será difícil alcanzarlos y medir el logro. En cambio, prueba establecer un objetivo más específico y realista. Deberías estar conforme, si, por ejemplo, cinco días de la semana se mete a la cama en menos de 15 minutos desde que le dices que es la hora de dormir. No esperes perfección, ni de tu hijo ni de ti.
Recuerda que la disciplina no es lo mismo que el castigo
Algunas veces es difícil no pensar en las dos como lo mismo, pero recuerda que son diferentes. La disciplina tiene que ver con la enseñanza. Pregúntate si tus propios comportamientos están enseñando a tu hijo los tipos de comportamientos que quieres que aprenda. Dar un buen ejemplo es una de las técnicas de disciplina más efectivas que hay.
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